La innovación y el espíritu del aficionado

Howard Rheingold

 

Ninguna innovación del siglo XX destaca tanto como la World Wide Web. Las semillas del espíritu colaborativo y el subsecuente dilema que define a la innovación americana son apreciables en la creación, y consecuente popularización, de la red. Un producto del amor.

La red fue construida por amor, antes de que fuera usada para hacer dinero. Aunque el Departamento de Defensa creó el antecedente de la Internet -la ARPA net- las primeras comunidades en línea (que condujeron al establecimiento de la red) emergieron cuando los programadores de ARPA crearon los primeros servidores de listas de correo (listservs) y empezaron comunicándose acerca de sus libros de ciencia ficción favoritos, estrictamente por diversión. La Usenet ha sido un esfuerzo no comercial, cooperativo, por 20 años. El Internet Relay Chat, las normas de etiqueta en la red (netetiquette), las Preguntas Más Frecuentes fueron todas creadas por gente que quería enriquecer la cultura en línea, sin pensar en consideraciones comerciales. Eso no es contradictorio con el encanto que tienen las enormes cantidades de dinero que han aparecido gracias a la magia de la industria de la red. Pero hoy no habría ningún "billonario puntocom" si los aficionados no hubieran construido la red porque les gustaba hacerlo.

La original "ética del hacker", celebrada en el libro Hackers de Steven Levy antes de que el término se convirtiera en sinónimo de cibervandalismo en el habla popular, era una norma de cooperación. En los tempranos 60 en el Laboratorio de Inteligencia Artificial (IA) del Instituto Tecnológico de Massachusetts -nodriza de más de una revolución en la tecnología computacional- los programadores de computadoras perforaban instrucciones en patrones de cinta de papel. Dejaban los rollos de papel, que representaban ciertas herramientas de software, en un cajón sin llave para que todo mundo los usara. Todos en el laboratorio podían utilizar el software codificado en la cinta, y la competencia intelectual interna los alentaba a encontrar mejores maneras de hacer la misma tarea, mejorar el software y reemplazar la cinta de papel con otra nueva.

Para los originales hackers del IA, el software era un recurso común, la creación cooperativa de una comunidad, no propiedad privada ni individual. La ahora famosa carta de Bill Gates, el presidente de Microsoft, dirigida al Club de Computadoras Homebrew(1) a fines de los 70, vino a cerrar una era en la que nadie que supiera cómo crear software de computadora personal habría pensado en tratar de venderlo. Indignado con la piratería del primer producto de Microsoft, un convertidor de lenguaje BASIC, Gates dejó claro en la carta que el software era un artículo valioso que podría tener propietario y no debía ser robado.

De Fidonet, a la fortuna

Hace 15 años, cuando uno tenía que ser investigador del gobierno o tener contactos universitarios para conseguir una cuenta de Internet, Tom Jennings y la comunidad Fidonet crearon la distributiva comunidad de independientes pero cooperativos Tableros de Boletines (Bulletin Board System), o BBS. Cada nodo era una computadora personal corriendo un BBS de Fido. Ya por la noche, cuando las tarifas eran más baratas, los BBS de Fidonet enviaban a unos y otros los mensajes a través de la distancia telefónica más corta posible, transmitiendo mensajes de una a otra parte de la red. Uno no podía conseguir más aficionados que los operadores de sistema (sysops) de BBS. Aunque eran aficionados en el sentido de que crearon Fidonet para su propia recreación, más que para tener ganancias, los aficionados del BBS eran altamente competentes e inventivos. Crearon una modesta Internet personal décadas antes de que la red emergiera a la cultura más amplia.

Si uno indaga en las trastiendas de los directivos, gerentes e inversionistas de las primeras compañías que se apoyaron en la red, hallará a una gran cantidad de ex bebeseros, que primero se encontraron y prosperaron en la cultura de la promoción tecnológica cuando eran adolescentes, llevando los BBS de Fido fuera de sus dormitorios.

El comercio electrónico (ecommerce) ha convertido a la red en una maquinaria para crear y distribuir riqueza, y para crear mejores maneras de crear y distribuir riqueza. La red se ha convertido en la caja registradora más grande de la historia, de la misma manera que un autoexpandible recurso de conocimiento, espacio social global y herramienta política y científica. La analogía con la fiebre del oro estaba exhausta hace 20 años, durante la primera revolución de las PCs, pero las compañías que se han derivado de la Internet ahora están ganando más que todo el oro jamás extraído. Sólo recordemos que la persona que la creó -Tim Berners-Lee- realmente comenzó a crear un recurso universal, un bien público, no a hacer una fortuna.

¿Emociones mezcladas?

Berners-Lee puede no ser especialmente familiar para usted. En su libro Breve historia de la red, escribe: "El sueño detrás de la red es de un espacio de información común, en el cual nos comuniquemos para compartir información. Su universalidad es esencial: el hecho de que una liga de hipertexto pueda apuntar a cualquier cosa, sea personal, local o global, sea borrador o altamente pulido. Había una segunda parte del sueño, también, dependiente de que la red fuera de uso tan general que se convirtiera en un espejo realista (o, de hecho, en la encarnación principal) de las maneras como trabajamos, y jugamos y socializamos. Eso era que, una vez que el estado de nuestras interacciones estuviera en línea, podríamos usar computadoras para ayudarnos a analizarlo, hallando la lógica de lo que estamos haciendo, en dónde encuadrábamos individualmente y cómo hacer que todo trabajase mejor".

Ese espíritu encarnaba los iniciales años de formación de la red -un espíritu largamente extraviado en la fiebre de las ganancias que caracteriza hoy en día a la red-. El siguiente párrafo de las Preguntas y Respuestas de Berners-Lee(2) es aleccionador:

"P: ¿Es verdad que tuviste emociones mezcladas acerca de, si fuera posible, no sacar provecho de la red?

"R: Realmente no. Simplemente era que teniendo la tecnología, siendo propietario, y bajo mi completo control, probablemente no hubiera despegado. La decisión de hacer de la red un sistema abierto fue necesaria para que fuese universal. Tú no puedes proponer que una cosa sea un espacio universal y al mismo tiempo mantener el control de ella.

"P: ¿Estás contento con que la World Wide Web haya llegado tan lejos?

"R: Es una gran pregunta. Estoy muy contento de la increíble riqueza de material en la red y de la diversidad de maneras en la que está siendo utilizada. Hay muchas partes del sueño original que todavía no se ponen en práctica. Por ejemplo, muy poca gente cuenta con una herramienta sencilla, intuitiva, para poner sus pensamientos en hipertexto. Y muchas de las razones para las ligas en la red y los significados de ello, están perdidos. Pero pueden y creo que van a cambiar.

"P: ¿Qué piensas del tropel de guerras comerciales que se desarrollan en la red?

"R: Siempre ha existido una gran competencia que aparece con la mejor tecnología en la red. Ha sido acompañada del hecho de que los estándares, siendo abiertos, permiten que cualquiera experimente con nuevas extensiones. Eso produce el riesgo de la fragmentación en muchas redes y ese riesgo trae a las compañías a la W3C, la Iniciativa de Accesibilidad a la Red (Web Accesibility Iniciative) para establecer el compromiso acerca de cómo avanzar juntos. Es la tensión de esta competencia y la necesidad por el estándar lo que impulsa a la W3C a gran velocidad."

Una simbiosis de innovación

La tensión entre la competencia y la necesidad de un estándar que conduzca a la rápida evolución de la red es una íntima, dinámica y compleja danza entre público y propietarios, cooperación y competencia, hacerlo por diversión y hacerlo por negocio. Gran parte de nuestro condicionamiento cultural responde poderosamente a las riquezas producidas por emprendedores adolescentes y el intenso mercado de inversiones de la Internet, que ha diseminado la riqueza a cualquiera que pudiera proporcionar una pieza de la acción. Mucha gente glorifica a las "fuerzas del mercado" y tiende a ver la improvisada época previa a la-fiebre-del-oro, como una etapa de sesudos delirantes que no eran suficientemente listos para convertirse en sesudos millonarios.

Lo que queda menos visible en la fiebre para glorificar a los ganadores de la lotería de la Internet son todos los caminos de aficionados que se necesitaron para crear una plataforma que nunca había existido antes -la computadora personal ligada a una red global- de que los profesionales pudieran construir industrias sobre esa plataforma.

En los primeros años de la teoría darwiniana, el poder orientador de la competencia biológica por los recursos -"la sobrevivencia del más apto"- condujo a un sobresimplificado entendimiento público del proceso evolutivo. El darwinismo social, un intento para justificar las diferencias de clase por analogía, estaba fundado en este conocimiento estropeado y la mitología de que la competencia del mercado es una fuerza de la generalidad biológica desde entonces se volvió universal. En los años más recientes, conforme ha sido mejor entendida la importancia de la simbiosis y los sistemas ecológicos, el papel de la cooperación en tándem con la competencia ha sido entendido como una fundamental fuerza conductora desde el nivel intracelular, hasta el nivel del ecosistema planetario. Si la pasada historia de la computación y las redes permite hacer un buen pronóstico, tanto la cooperación como la competencia serán esenciales fuerzas conductoras en el futuro de la evolución tecnológica

 

Notas

1 El Club de las Computadoras Caseras fue formado en 1975 por una veintena de jóvenes programadores en California, casi todos ligados a la Universidad de Stanford. El espíritu inicial de ese grupo era el desarrollo de la informática para la gente, sin las imposiciones de las corporaciones privadas y sin la intervención del Estado. La carta de Gates marcó el tránsito de varios de sus integrantes a la expansión comercial. (N. del T.)

2 Tim Berners-Lee inventó en 1990 el primer buscador-editor para navegar en la World Wide Web, por lo cual se le considera el fundador de esa malla electrónica. En esa época trabajaba en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas, en Ginebra. Ahora es director del grupo W3C, un consorcio de especialistas que procura establecer patrones comunes para el desarrollo de innovaciones técnicas en la red. Además, es investigador principal en el Laboratorio para la Ciencia del Cómputo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (N. del T.).